Hay muchas diferencias entre perros y gatos. Muchas.
Físicamente, una de las más notables son las garras y sus uñas. Porque las patas de los gatos en concreto, y de los felinos en general, son una auténtica maravilla de la ingeniería natural.
Su rasgo más llamativo es la retractilidad. Es algo común en la mayoría de los felinos.
Las garras de gato retráctiles
Cuando la pata está relajada, las garras se mantienen a una altura por encima del suelo, sin tocarlo. No entran dentro del cuerpo, pero el pelaje las tapa.
Cuando necesitan usarlas, emplean sus tendones para hacer que las garras emerjan.
La razón evolutiva es la forma de cazar. Los felinos suelen cazar individualmente, salvo excepciones como los leones, por lo que se la juegan a una carrera rápida y enganchar a su presa. No pueden dejar que huya, necesitan unas garras afiladas, curvas y grandes.
Pero si no pudieran retraerlas, las garras tendrían dos problemas:
- Primero, su exposición constante al ambiente las dañaría.
- Segundo, imagínate a tu gato caminando por los azulejos, apoyándose en las garras. Sería complicado mantener el sigilo cuando tus pies están haciendo un baile de claqué.
En los perros, provenientes del lobo, la caza era social y estaba enfocada en agotar a su víctima. Podías permitirte que se zafara de ti, porque tenías al resto de la manada persiguiéndolo también. Sus uñas, más duras y romas, permiten una buena sujeción con el suelo en una carrera constante y mantenida.
Por eso verás perros excavando en el suelo, pero pocas veces verás a un gato. Las garras de los gatos son demasiado valiosas para desgastarlas curioseando.
Precisamente uno de los felinos que no tiene uñas retráctiles es el guepardo, por su método de caza. Los guepardos usan las garras mientras corren, para ayudarles a alcanzar mayores velocidades, haciendo que sus patas sean similares a las de un perro en ese sentido.
Las garras son tan importantes que los gatos les hacen mantenimiento periódico.
Cuando veas a un felino rascando algo, desde un árbol hasta tus muebles (y si tienes especial mala suerte, las cortinas) es por tres razones principales:
- Les ayuda a afilar sus garras o a quitarse restos de ellas, incluso capas sobrantes de la propia uña.
- Están marcando el territorio. No solo visualmente, las patas dejan un rastro de feromonas que pueden reconocer otros animales. Los gatos tienen pequeñas glándulas en sus patas para dejar constancia, cuando rascan algo, de que han estado ahí.
- Les ayuda a liberar estrés y a relajarse. Es su versión de ir al gimnasio.
Las patas, incluyendo las garras, de los gatos son muy sensitivas. Las propias garras tienen un núcleo de vasos sanguíneos y nervios para reconocer lo que arañan y permitir su crecimiento.
Al mismo tiempo, las pone en riesgo. Cualquier daño en la garra que alcance este núcleo es muy doloroso y sangra. Por eso hay que tener mucho cuidado al cortarles las uñas a los gatos, para no alcanzarlo.
Existe un proceso llamado oniquectomía o desungulación. Resumiendo, se le quitan las garras a un gato. Pero dado que las garras se desarrollan a partir del hueso, es necesario eliminar parte del tejido óseo de la pata.
Es un proceso que altera enormemente la vida del gato. Con independencia de los problemas de salud que supone, produce problemas para moverse, les impide rascar cosas, modifica su comportamiento y acarrea un fuerte estrés.
Estamos en contra de esa práctica, y hay mejores alternativas tanto para el animal como para la persona.
Los gatos tienen sus propias “huellas dactilares”
Sus patas reconocen texturas, temperatura e incluso vibraciones. Iguales que nuestras manos.
Tan parecidas en algunos sentidos que, ¡incluso tienen huellas dactilares!
Las almohadillas que tienen en sus patas poseen marcas únicas para cada gato que permiten reconocerles e identificarles entre sí.
Aunque por el momento ninguna organización se ha dedicado a crear una ficha policial de los gatos.
Y siendo gatos, seguro que encontrarían formas para engañarnos incluso si lográramos hacerlo. El subterfugio es su campo de experimentación favorito y constante.
La gente se centra en el cuidado de las uñas, pero las almohadillas también pueden ser un problema en las patas de los gatos.
Son la parte que se mantiene más tiempo en contacto con el suelo. Deben protegerse, en invierno del frío y el hielo (y en algunas regiones, de la sal que se utiliza para evitar las heladas en las calles). En verano, de las superficies calientes como el asfalto que pueden producir quemaduras.
También se recomienda revisar que no tengan sequedad (se puede solucionar fácil con cremas hidratantes) ni infecciones bacterianas o fúngicas.
Quizás el detalle más inesperado es que las patas de los gatos tienen diferente número de dedos.
Los gatos y la polidactilia
Las patas delanteras tienen 5 dedos, y las traseras 4, haciendo que los gatos tengan en total 18 dedos.
18 posibles maneras de hacerte un arañazo.
Tiene sentido que las patas delanteras tengan más dedos que las traseras. Las patas delanteras son sus “manos”. Son las que utilizan para atacar y defenderse, y para interactuar principalmente con su entorno.
Tener una mayor cantidad de dedos les permite incrementar las posibles interacciones que realizan.
Aunque si tu gato tiene 6 dedos en las patas delanteras, tampoco es que tengas el siguiente paso de la evolución gatuna viviendo contigo. Lo que sucede es tu gato tiene polidactilia.
La polidactilia es la presencia de dedos adicionales en un gato, con independencia de la pata en la que surja. Es un rasgo genético y suele ser hereditario, parece ser que dominante. Si uno de los progenitores tiene seis dedos, la probabilidad de que cada cría los tenga también es del 50% como mínimo.
Si el progenitor tiene los dos alelos para la polidactilia, los hijos van a salir así siempre.
Incluso se realizan cruces intencionados entre gatos con esta característica para obtener crías polidáctilas.
Se sospecha que el récord lo tiene un gato precisamente proveniente de estos cruces. Mickey era un gato proveniente de una camada con polidactilia que tenía 32 dedos. Registrado entre los récords Guinness tenemos a Jake, un gato canadiense con 28.
Las patas delanteras son más propensas de sufrir polidactilia que las traseras. Solo en el 10% de los casos son las patas de atrás las que tienen el dedo adicional.
En algunas razas es más frecuente que en otras. La polidactilia es más habitual en razas como el Maine coon o el gato de los bosques noruego.
Si vamos por regiones, son más frecuentes en las poblaciones felinas de Norte América y en Reino Unido. Los genes responsables no se han popularizado tanto fuera en otros países del mundo.
No es algo de lo que debas preocuparte. Salvo en algunas excepciones, donde el crecimiento del dedo sigue un patrón irregular y choca con el resto (como una muela creciendo torcida), no supone ningún problema ni riesgo para la salud.
No se ha comprobado que la polidactilia tenga correlación con ninguna patología ni una predisposición a desarrollar otras enfermedades genéticas en gatos. Lo que sí se ha visto que sirve para encontrar correlaciones es su genoma. Por eso recomendamos el test de ADN para gatos de Koko para poder comprobar la salud de tu mascota.