Desde un punto de vista genético, los perros dan mucho juego. Nos encontramos con la curiosa circunstancia de un animal en el que las razas tienen poca variedad genética, pero la especie es increíblemente heterogénea.
Dentro de los mamíferos, la mayor heterogeneidad genética es en perros. Algo que se percibe sobre todo en su fenotipo, la expresión de los genes en el cuerpo y la conducta.
Un estudio de 2004 fue capaz de asignar, trabajando con 414 perros de 85 razas distintas, el 99% de los perros a su raza correcta, usando microsatélites (secuencias cortas de ADN que se repiten).
A propósito de esto, los estudios genéticos en perros usando microsatélites han sido desplazados casi por completo por el uso de SNPs en perros.
En 2015 ya había registrados casi 20 millones de SNPs distintos en esta especie.
Hablamos de una especie tan diversa, que la esperanza de vida de algunas razas es el doble que la de otras.
La propia historia de las razas, y sus orígenes, es muy distinta entre sí.
Razas modernas y cría selectiva de perros
La mayoría de las razas de perros pertenecen a las llamadas “razas modernas”. Son las razas que han surgido desde el año 1800, por cruces artificiales, y tienen un detalle significativo: la mayoría de los criadores tenían objetivos estéticos y físicos cuando las desarrollaban.
Es en esta época cuando surgen los concursos y competiciones caninas. El perro de trabajo comienza a ser reemplazado por el perro moderno.
Antes de esto, los perros se seleccionaban con tres funciones principales: caza, protección y pastoreo. Estas tres funciones habían surgido a partir del comportamiento natural de caza del lobo, su antepasado.
Los duros criterios de aceptación y de estándares de raza propiciaban más si cabe la constante búsqueda de rasgos físicos caninos específicos. Rasgos que no tenían otra función que complacer al criador.
Más del 40% de las razas de perro provienen de Reino Unido, Francia y Alemania. Si cogemos toda Europa, más del 80% de perros tienen su origen en este continente. Es evidente que el objetivo no era precisamente tener muchos perros pastores distintos.
Además, frente a las llamadas razas basales y/o antiguas (la terminología en este campo cambia con frecuencia), estas razas modernas son más parecidas genéticamente. Se han cruzado repetidas veces, en la búsqueda de los rasgos físicos deseados, llevando a una homogenización entre ellas.
El resultado es interesante. Nos encontramos con que muchas razas de perros tienen un enorme parecido genético, pero manteniendo regiones del genoma distintas y estables.
Estas zonas llevan con frecuencia información para rasgos específicos, los rasgos que los criadores han fijado en la raza mediante la cría selectiva. Zonas que, por cierto, permiten a las pruebas genéticas asignar la raza del animal.
Si el principal interés en estas nuevas razas eran características físicas concretas (muchas veces con interés estético), el comportamiento fue llevado a un segundo plano.
El comportamiento canino y el hombre metiendo mano
Si comparamos al perro con el lobo, hay diferencias de comportamiento entre ambas especies. Todas por el trato humano.
La primera y más evidente es la desconfianza del lobo hacia los humanos. Los perros son menos precavidos, menos tímidos y más juguetones y relajados que los lobos.
Los perros también han aprendido a entender el lenguaje humano. No nos referimos a hablarles, no son demasiado filólogos, sino a interpretar los gestos faciales y las señales corporales.
Los lobos llegan a la edad adulta antes, son más inteligentes y no dependen de la presencia humana para nada.
De todos los rasgos que tienen los perros, la docilidad es el que tiene mayor heredabilidad. Tiene sentido. Lo que más interesaba en los perros, en general, era que pudieran entender y obedecer las órdenes humanas.
En el momento en el que los perros eran obedientes, y las razas nuevas eran más usadas de compañía y exposición que para trabajos, ¿interesaba desarrollarles rasgos de comportamiento concretos?
Parece ser que no. Un reciente estudio (reciente si lo estás leyendo en 2024, cuando este artículo ha sido publicado) ha comprobado que los rasgos de comportamiento dentro de una misma raza varían entre individuos.
Por tanto, la raza de un perro no sería un predictor fiable de su comportamiento.
La heredabilidad de la conducta
Para este trabajo, entrevistaron a más de 18 000 dueños de perros, la mitad de ellos de puras razas, y secuenciaron más de 2000 animales.
Es cierto que la mayoría de los rasgos del comportamiento eran heredables, la cuestión es que era muy parecido entre las razas. ¿Qué importa heredar ciertos rasgos, si son compartidos con las otras razas?
Había excepciones. Por ejemplo, la docilidad de un animal, el rasgo que mencionamos antes como el más heredable. En este caso, la raza permitía hacer predicciones más acertadas.
Los comportamientos que implicaban patrones de movimiento eran los más heredados, como recuperar/recoger cosas.
Otros rasgos de comportamiento eran heredados debido a las características del animal, por lo que llamarlos “heredables” es un poco cuestionable. La forma de sentarse o tumbarse del perro está relacionado con su físico, que depende a su vez de las razas que lo componen.
Sin embargo, en otros rasgos como el umbral agonístico, conocer la raza del animal tenía un valor cercano a cero. Las experiencias individuales de cada perro, con el ambiente en el que se había desarrollado, tenían un mayor peso.
Umbral agonístico, breve inciso, se puede entender como la facilidad que tiene un animal para que, por decirlo de manera resumida, le caigas muy mal.
Otro detalle es que siempre hubo excepciones. Dentro de los dueños de Labrador retriever, el 8% aseguró que su mascota aullaba a veces o siempre. Entre los propietarios de galgos, el 7% describió que sus perros enterraban sus juguetes, mientras que el resto contestó que los suyos nunca lo habían hecho.
Ningún comportamiento fue exclusivo o único de una raza.
Adicionalmente, tengamos en cuenta lo difícil que sería predecir el comportamiento en función de la raza en un perro mestizo. Se considera que, en todo el mundo, más del 80% de los perros son mezcla.
Incluso en países del primer mundo como Estados Unidos, la mitad de los animales tenían más de una raza en 2018.
En resumen, en los perros modernos, el enfoque de su cría artificial ha sido estético, predominando la búsqueda de rasgos físicos por encima de todo. Esto ha hecho que la predicción del comportamiento de un perro por su raza sea menos fiable.
Los perros dentro de la misma raza muestran variabilidad de comportamiento, demostrando que, en la actualidad, el ambiente del animal es el principal factor determinante de su comportamiento.
Sin embargo, no es excluyente de la parte genética. Hay rasgos de la conducta que son heredables, y van a influir en el animal. Si los antepasados de tu perro se han pasado 500 años recogiendo las piezas que cazaba su dueño, es normal que algo perdure. Simplemente, la raza es un condicionante menor de lo que se pensaba.
Cuando le hagas el test de ADN para perros de Koko genetics, recuerda que el rasgo más heredado que tienen es confiar en nosotros. No traiciones un atributo incrustado en su genoma.