La relación del ser humano con el perro es uno de los mayores ejemplos de simbiosis entre dos especies diferentes.
Una relación ventajosa para ambos, llevada al máximo, hasta el punto de que la especie humana ha cruzado a los perros para potenciar aquellos rasgos que le interesaban. Una mayor capacidad olfativa en rastreadores como el perro de San Huberto, la capacidad de dirigir y controlar rebaños de los pastores como el Border Collie, la potente velocidad y agilidad del Galgo español…
Una de las características que ha sido buscada en algunas razas puede ser más sorprendente: un tamaño más pequeño.
Se considera que existen tres razones principales por las que a los propietarios podrían haber desarrollado perros más pequeños:
1. Caza y control de plagas. Un perro grande es perfecto para la caza mayor, pero no necesitas 30 kilos de músculo cuando tu objetivo es eliminar los roedores de tu granero. Un ejemplo perfecto de esto son los Schnauzer. La raza inicial es el llamado Schnauzer estándar, del que luego mediante cruces obtuvieron primero el Schnauzer gigante (para pastoreo y protección), y más tarde el Schnauzer miniatura (para la eliminación de plagas).
Otro ejemplo es el Bull terrier miniatura. Físicamente son idénticos al Bull terrier, salvo por su tamaño. Su objetivo era la caza de ratas y ratones por el suelo.
2. Animales de compañía. A medida que los trabajos realizados por los perros se fueron sustituyendo o perdieron relevancia, su función como animales de compañía adquirió mayor importancia.
Además, con las poblaciones trasladándose a las ciudades y viviendo en espacios más reducidos, las razas pequeñas se adaptaban mejor a esas nuevas condiciones.
En ocasiones, estas modas supusieron un problema real. Volviendo al Bull Terrier miniatura, cuando se popularizó la cría de razas cada vez más pequeñas, algunos intentaron convertirlo en un perro toy, lo que generó graves problemas de salud.
Por suerte, hace tiempo que se establecieron normas que garantizan el bienestar de los animales, y la raza actual se mantiene saludable gracias a criadores responsables.
3. Restricciones legales en la Edad Media. Si, es como suena. En muchas sociedades europeas de la Edad Media, no podías tener un “perro de caza” si no tenías los permisos de caza correspondientes. Permisos que pocas personas, como los nobles, podían obtener. En los perros grandes, la forma de evitar que fueran “perros de caza” era realizarles una serie de lesiones que les incapacitarán para la caza. Pero otra opción que encontraron muchas personas era, precisamente, evitar esos perros grandes. Nadie vería tu Pomerania y te acusaría de tener un perro de caza.
En la actualidad el punto dos es indudablemente el dominante. En las ciudades, los perros pertenecientes a las llamadas razas miniatura suponen casi la mitad de todos los animales.
¿Cómo consigues perros pequeños?
Para conseguir estos perros pequeños, la clave eran los cruces.
Tenías camadas de perros y cruzabas entre ellos los más pequeños, el rasgo que te interesaba, confiando en que las nuevas crías serían de ese tamaño o incluso inferior.
Esta cría selectiva requería tiempo y cierta suerte para que la descendencia fuera acumulando las variantes genéticas que interesaban. Este proceso ha sido durante decenas, cientos de años. Otra ventaja del proceso es que los perros tienen descendencias más numerosas que nosotros, y pueden engendrar antes.
El granjero del siglo XV haciendo ingeniería genética sin saberlo.
Otra forma era cruzar al animal directamente con otra raza pequeña. En el caso mencionado anteriormente del Schnauzer, para obtener los miniatura se utilizó principalmente cruces con Affenpinscher.
Otro detalle curioso: si comparamos las mutaciones anuales en la especie humana frente a la especie canina, los perros tienen una ratio de mutación superior al nuestro. Su genoma es más adaptable que el nuestro y con mayores cambios.
Porque al final, como siempre, la genética es la clave de estas diferencias de tamaño.
La genética del tamaño canino
Se han identificado por el momento 20 genes que, por diferentes rutas, regulan el tamaño corporal del animal.
El gen más conocido y estudiado, y seguramente el más importante para el tamaño de los perros, es el gen IGF1 (Factor de Crecimiento similar a la Insulina 1). Se considera que este gen controla hasta el 15% de la variación que hay entre las diferentes razas de perros.
Este gen codifica la información para producir una hormona, en respuesta a la hormona del crecimiento (GH). Esta hormona, entre otras funciones, promueve el crecimiento celular y tisular, con especial relevancia durante la juventud del animal, la etapa de mayor crecimiento.
Se ha comprobado que las especies pequeñas presentan menos copias de este gen y/o variantes menos activas, que conducen a una menor producción de la hormona.
El 75% de los perros de menos de 15 kilos tenían dos copias de la variante C del gen IGF1. Y, al contrario, el 75% de los perros de más de 22 kilos tenían dos copias de la variante T. El efecto era tan marcado que los investigadores los llamaron directamente alelos pequeño y grande respectivamente.
Otros estudios también han encontrado una correlación entre bajos niveles de la hormona en sangre y menores tamaños.
Se cree que estas variantes no son mutaciones nuevas. Las antiguas poblaciones de lobos ya las poseían, y podrían haberlas aprovechado para adaptarse a cambios en su ecosistema.
Sin embargo, solo algunos de los animales presentarían esas variantes genéticas similares al alelo C, y en menor medida. Fueron los criadores de perros, mediante los cruces selectivos, los que sin darse cuenta volvieron a ponerlo en circulación.
A nivel cromosómico, parece que las “oficinas centrales” del tamaño se encuentran en una región del cromosoma 15, donde precisamente está el gen IGF1.
Los perros pequeños tienen esa región genética muy similar entre ellos, aunque sean de diferentes razas.
Otro dato curioso es que los Rottweilers presentaban esa región similar a las razas miniatura a pesar de que no pertenecen a ese grupo. Esto permite tener una idea del nivel de complejidad que hay en los factores que definen el tamaño del animal.
Otros genes que se sabe tambien involucrados son el gen GHR, que codifica para el receptor de la hormona de crecimiento; o el gen IGF1R, el receptor de la propia hormona IGF1.
Es muy probable que los genes que determinan la estatura en humanos influyan de manera similar en el tamaño de los perros. ¿Quieres confirmarlo y saber más? Te invitamos a conocer el test de ADN de Koko Genetics para perros y gatos, y descubrir los secretos genéticos de tu mascota.