Cómo reconocer la atrofia progresiva de retina en perros
En mamíferos, tener ojos supone la importante ventaja de poseer el sentido de la vista, el inmenso talento de la fotorrecepción. La capacidad de absorber ondas luminosas, convertirlas en señales eléctricas y procesarlas para tener una imagen.
Un proceso que parece magia.
Sin embargo, este increíble órgano puede sufrir distintos problemas en los perros, y uno de ellos es la atrofia progresiva de retina (PRA).
La retina y su atrofiamiento.
La retina es un tejido que se encuentra en la superficie interna del ojo. Consiste, de manera simple, en varias capas de neuronas conectadas entre sí.
Entre ellas se encuentran también los conos y bastones, células sensibles a la luz que se encargan de iniciar la cascada de señales que termina permitiendo que tu perro pueda ver dónde has dejado ese desprotegido trozo de queso.
La atrofia progresiva de retina es un conjunto de enfermedades oculares genéticas en perros que afectan, como su nombre indica, a la retina. Son hereditarias. Aunque los gatos pueden padecerla, es más habitual en perros, y resulta equiparable a la retinosis pigmentaria en el ser humano.
Produce una degeneración de la retina en perros, en ambos ojos, que puede terminar en ceguera.
El primero de los fotorreceptores afectados son los bastones, encargados de la visión con poca luz, en blanco y negro. Por eso uno de los síntomas más delatores es la aparición de una ceguera nocturna en perros.
Estos animales evitarán las zonas oscuras y mostrarán menos confianza de noche. Sin embargo, no dependen tanto de la vista como nosotros. Esto les permite enfrentarse mejor a la pérdida de visión en perros, pero complica su detección precoz.
A medida que la enfermedad avanza, los conos también son destruidos, llevando a la ceguera completa.
Variedad de razas de perro y de atrofias de retina
Ya hemos mencionado anteriormente que los perros son, como especie, uno de los organismos con mayor variedad genética. Eso les ha dado también una gran variedad de atrofias progresivas de retina, con diferentes variantes genéticas responsables según la raza.
Aunque son conocidas las razas con mayor predisposición, NO son las únicas. Que un animal no se encuentre en estas listas no quiere decir que su dueño pueda descartar la posibilidad de que desarrolle problemas.
En la mayoría se trata de un rasgo autosómico recesivo. El animal portador, con un solo gen anómalo, no presenta la enfermedad (aunque quizás tenga molestias menores).
Hay dos excepciones a esta regla:
- Las atrofias progresivas de retina ligadas al cromosoma X. Es característica del husky siberiano, aunque parece ser que los samoyedo también pueden sufrirla. En este caso, si eres macho es irrelevante que sea recesiva o dominante. Con un solo cromosoma X, tendrá la enfermedad siempre.
- Existe una atrofia progresiva de retina que se hereda como autosómica dominante. Es característica del mastín inglés, pero otras razas provenientes de este mastín, como el bullmastiff, también pueden presentarla.
Otras razas de perros con atrofia progresiva de retina, y con mayor probabilidad de portar genes con la mutación, son los Labrador y Golden retriever, los Cocker spaniel inglés y americano, el Boyero australiano, el Mastín y el Spaniel tibetanos, el Basenji, los Setter irlandeses, el Cardigan Welsh Corgi y el Papillon.
No en todos ocurre igual la enfermedad. No solo son más propensas a tener genes mutados, sino que además la edad de aparición y la velocidad a la que la retina empeora difieren entre las razas.
Esto se debe a que en la actualidad hay más de 20 variantes genéticas registradas capaces de provocar la enfermedad. Dependiendo de la variante, su comportamiento será distinto.
Por ejemplo, en los Retrievers es habitual que el responsable de su atrofia de retina sea el gen SLC4A3(supone el 60% de los casos). En la atrofia de retina el gen TTC8 es otro 30%.
La cantidad de patologías englobadas dentro de la PRA es considerablemente grande.
Una de las clasificaciones más sencillas es en displásica y degenerativa. En la displásica, la retina se ha desarrollado de manera anormal, desde el principio. La ceguera ocurre mucho antes que en la PRA clásica. En la degenerativa, el tejido se ha desarrollado con normalidad, pero comienza a degenerar durante la vida del animal.
En ocasiones se confunden la PRA y la atrofia progresiva de retina generalizada. La generalizada es la más común de todas las PRA, y podríamos considerarla la más representativa, siendo degenerativa, afectado a los dos fotorreceptores y común en muchas razas de perros.
Sin embargo, la generalizada es un tipo de PRA, y no incluye todas las enfermedades pertenecientes a este tipo.
Ver lo que impide ver
Hay síntomas de atrofia de retina en perros. Como hemos mencionado, la primera pista de la enfermedad es la pérdida de visión nocturna, o nictalopía. Aunque los cambios no son tan marcados como en las cataratas, se puede apreciar una mayor dilatación de la pupila, para captar más luz.
El examen de un profesional detectará otros detalles indicadores de la atrofia de la retina, como encogimiento de vasos sanguíneos y disminución de la pigmentación. Un simple examen visual de la retina sirve para descubrirlo, y una electrorretinografía para confirmarlo.
Los cambios físicos van acompañados de cambios en el comportamiento. No solo una inseguridad a las zonas oscuras, sino que también puede ser reacio a las escaleras y será frecuente que el animal se choque si hay cambios en el mobiliario. Los perros memorizan la disposición de los objetos dentro de la casa, por lo que cambiarlos de lugar, al ver peor, puede provocar accidentes.
La enfermedad no es dolorosa, lo que contribuye a que pase desapercibida, ya que el animal no protestará ni pondrá quejas.
Por desgracia, como la mayoría de las enfermedades genéticas, no hay cura en la actualidad. La pérdida de visión ocurre entre uno y dos años desde que es diagnosticada.
Por otra parte, hay tratamientos para ayudarles a paliar el problema, y no necesitan su visión tanto como nosotros.
Ojalá pudiéramos orientarnos oliendo el suelo, pero ese talento está reservado para ellos.
Hay una serie de recomendaciones sencillas para ayudar a tu mascota:
1. En las primeras fases añadir iluminación adicional tanto dentro como fuera de la casa si es posible.
2. Mantener el interior de la casa idéntico, acorde al plano mental que tenga el animal de las habitaciones.
3. Bloquear escaleras, balcones y otras zonas de riesgo.
4. Pasearlo con correa corta y cerca de ti, con especial cuidado de noche y/o lugares desconocidos.
Es una patología donde los análisis genéticos resultan muy útiles. Primero, porque son bien conocidas las principales variantes genéticas responsables en cada raza. Prevención antes que tratamiento. Segundo, porque si dos perros son portadores, NO deben cruzarse entre sí. Evitar esos cruces es una manera de acabar con la enfermedad.
Por ambas razones, el análisis genético de Koko Genetics es una apuesta segura para ver esos genes anómalos.