Decía Judy H. Wright, en su obra sobre la pérdida de una mascota, que el hombre consiguió con el perro el mejor trato de la historia: les damos el espacio y el amor que nos sobran, y ellos a cambio nos dan todo.
Que amamos a los perros está fuera de debate, pero algunas personas aún se cuestionan, ¿aman los perros a los humanos?
Conexiones emocionales con perros
Desde el punto de vista bioquímico, parecen cumplir una serie de condiciones para que podamos responder afirmativamente.
En 2017 se realizó un interesante estudio que comparaba la comida con los elogios. Sí, tal cual.
Usaron imagen por resonancia magnética funcional en 15 perros despiertos. Este proceso permite observar la actividad del cerebro, midiendo la cantidad de sangre que fluye en cada momento a las distintas regiones.
Compararon la respuesta de áreas específicas del cerebro frente al estímulo de la comida y a la aprobación verbal de su dueño.
También los colocaron en un laberinto (no os imaginéis nada complicado) donde podían elegir entre la comida y su dueño, que les recompensaba de manera verbal y con caricias.
En la mayoría de los casos, el perro mostró una mayor respuesta, y escogió preferentemente, al dueño frente a la comida.
Es cierto que este experimento se encuentra con una crítica sencilla: el perro puede asociar a su dueño con comida. Después de todo, es quien lleva años alimentándole.
Cada uno es libre de creer lo que quiera. Nosotros tenemos claro qué opción preferimos pensar.
Algunos de los estudios más populares se han realizado centrándose en la oxitocina. Se trata de una hormona producida en el cerebro, conocida comúnmente como la hormona del amor al provocar sentimientos de satisfacción, calma y seguridad.
Se ha comprobado que los niveles de oxitocina de un bebé y su madre aumentan cuando se miran mutuamente a los ojos. Este feedback positivo incrementa la conexión entre ambos y crea un fuerte lazo emocional.
Porque en esa época los bebés pueden mirar y poco más; no es que te vayan a hacer un collar de macarrones.
El investigador japonés Takefumi Kikusui, entusiasta de los perros, quiso comprobar lo mismo con este animal. Tomó muestras de orina de varias mascotas (y de las personas) antes y después de que estuvieran con sus dueños durante treinta minutos.
Tanto los animales como los dueños tuvieron un incremento en los niveles de oxitocina. Este incremento, además, se relacionaba cuantitativamente con el tiempo que hubieran estado mirándose a los ojos.
Dato curioso, algunas personas que criaban lobos también participaron. En estos casos, no hubo incremento de oxitocina en estas parejas.
La oxitocina no solo reforzaría la teoría de que los perros nos quieren, sino que además habría sido indispensable en la conversión de los lobos a perros.
Los perros nos aman; los lobos, no tanto
La oxitocina reduce el estrés y mejora los vínculos sociales. Aquellos lobos que empezaran a tener mayores concentraciones de oxitocina en contacto con humanos tendrían mejores relaciones y una simbiosis óptima.
De la misma manera, los humanos que convivían con estos perros también cambiaron. Es dudoso que ese mismo incremento de oxitocina lo tuviéramos mirando a los ojos a un caimán.
En otro estudio, probaron directamente con cachorros de perro y de lobo, y su respuesta a los humanos.
Se criaron cachorros de lobo en casas con personas, al mismo tiempo que su equivalente perruno eran criados por sus madres, con sus hermanos, sin apenas contacto humano.
Sin embargo, al observar las respuestas que mostraban frente a las personas, los cachorros de perros mantenían un mayor contacto visual y se sentían más atraídos que su contraparte lobo.
Tenemos asimismo el simpático detalle de que los perros ganan a los lobos en algo: mayor movimiento de las cejas. Les permite una mayor expresividad y mejora su comunicación.
Durante la conversión de lobos a perros, su genética cambió para, no solo tolerar y querer a la especie humana, sino también poder mostrarlo con mayor claridad.
De estos temas de comportamiento hablamos más en el artículo sobre genética canina y su influencia en el comportamiento.
Formas en que los perros muestran amor
El lenguaje corporal de los perros es sencillo. Incluso dentro de su astucia y picardía innatas, son animales transparentes que no se complican las relaciones sociales. Los perros y su lenguaje del amor, la forma que tienen de mostrar amor, destaca por lo evidente.
- Como ya hemos mencionado antes, una de ellas es mirarte a los ojos. Mientras que los lobos entienden el contacto visual como una forma de hostilidad y reto, para los perros es una forma de comunicar afecto. Se libera oxitocina y se refuerzan los vínculos entre ambos.
- ¿Por qué los perros nos siguen? Seguir a una persona es la forma que tienen de mostrar que disfrutan de su compañía. Nos asocian con cosas positivas y por eso quieren compartir nuestro espacio.
- ¿Por qué los perros nos lamen? Lamer a una persona es una de sus formas más básicas de mostrar afecto y vinculo. O porque te ha caído algo delicioso en ese momento, pero la mayoría de las veces es una forma de cariño.
- El contacto físico en general, no solo lamer, implica confianza y comodidad. Esto puede mostrarse desde que se sienten encima de ti cuando estas distraído, a dormir contigo.
- Mover la cola es la más evidente. Ojo, mover la cola es en general un signo de excitación, para bien y para mal, no solo de alegría. Eso puede llevar a errores, por ejemplo, en cómo interpretas la relación entre dos perros porque estén moviendo la cola frenéticamente.
- Jugar. Traer juguetes o incitar al juego de otras maneras, como ladrar para que le persigas, es otra muestra de cariño. Con el juego buscan interactuar contigo.
De la misma manera, mostrarle amor a tu perro es muy sencillo. ¿Quieren jugar? Juega con ellos. Sácale a pasear, ráscale, dale premios. Incluso algo tan sencillo como hablarle normal (no te entiende, pero lo intenta) mientras le miras a los ojos ya le está mandando un mensaje de cercanía.
Probablemente todo lo que ya hacías con naturalidad.
Las personas, por lo general, somos complicadas. Por suerte los perros no tanto, y establecer una conexión emocional es honesto. Si además de amarlo a él, te apetece amar su genética, el análisis genético de Koko Genetics puede ayudarte con eso.